Hoy llueve en Madrid y es un día un poco gris. El sol aparece y se esconde dejando aquella sensación de abandono repentino. Hoy, todas las gotas de lluvia y lágrimas son para mi querido Cestinha. Mi gatito Highlander que hoy ha decidido que no quería más vivir para siempre. Fueron 16 años con nosotros y me acuerdo todavía cuando llegó a casa, un Viernes, pequeñito y vitorioso después de escapar de un perro enorme y de un camión. Me acuerdo cuando se cayó de la ventana de la segunda planta y salió casi ileso (un dentito menos). Era nuestro Highlander y hoy se ha ido. Con él se va una parte de mi pasado adolescente, de mis memorias de por casa, de los recuerdos de unos días felices que como él, ya no volverán. Es el fin de una era. Yo de verdad creía que jamás se moriria...
Y no creo en el cielo los hombres, pero seguro que habrá uno para los animales. Y allí estará buscando un grifo abierto para beberse agua. Seguramente se verá con tantos otros bichitos que han pasado por mi casa. ¿Cuantos serán? Me he perdido ya la cuenta, pero seguro, seguro, que allí no le faltará compania.