Hoy se cumplen 75 años de la muerte de Antonio Machado y en Madrid hace el primer día de terraza en muchas, muchas semanas. Como en la vida misma. Parece que no llegaría nunca: el día ese en que abres la ventana y ya no hace tanto frío . Salgo a la terraza y sopla la brisa fría de cualquier final de febrero, pero está el sol y finalmente calienta.
Al ver los primeros brotes en el árbol cerca de la terraza, me acuerdo de ese poema tan triste y tan feliz de Machado.
Precioso y preciso.
Campo
La tarde está muriendo
como un hogar humilde que se apaga.
Allá, sobre los montes,
quedan algunas brasas.
Y ese árbol roto en el camino blanco
hace llorar de lástima.
¡Dos ramas en el tronco herido, y una
hoja marchita y negra en cada rama!
¿Lloras?... Entre los álamos de oro,
lejos, la sombra del amor te aguarda.
como un hogar humilde que se apaga.
Allá, sobre los montes,
quedan algunas brasas.
Y ese árbol roto en el camino blanco
hace llorar de lástima.
¡Dos ramas en el tronco herido, y una
hoja marchita y negra en cada rama!
¿Lloras?... Entre los álamos de oro,
lejos, la sombra del amor te aguarda.