Todo el mundo te lo dice:
- Tia, dejalo!
Te dan las razones más lógicas y razonables del mundo. Te hacen sentirte como si estuvieras mal de cabeza o bajo el efecto de drogas pesadas. Estarán todos equivocados y tu no?
Yo no estoy equivocada, estoy ciega. Tengo delante de mi la versión masculina del "calienta p..." y no me entero que no vá a ninguna parte. Bueno, enterarme me entero, pero me gustaba el juego de tira y afloja, a ver quien ganaba, a ver quien se dejaba ganar.
Pero jugar vá perdiendo su gracia. Porque el tonteo mola hasta que te das cuenta que puede que te estén tomando el pelo o sencillamente que no vas a pillar nada. Al fin y al cabo, chicos y chicas queremos lo mismo. Cuando el baile del aparejamiento no lleva a ninguna parte, alguién puede salir herido o inmensamente mareado.
Mis amigos me dicen, tia, dejalo. Menos mal que no fumo, porque con lo que me cuesta poner fin a las cosas jamás lo dejaría. Los afectos tienen mucho que ver con las drogas. Tomas un poco, tienes el subidón y luego quieres más.
A la hermosa droga esta que achaca mi corazón le quedan dos telediarios. Por más que me guste, ya no hay dosis que me satisfaga. Por más ganas que tenga, no hay chute que provoque el subidón. Por más sentimiento que haya, no hay química que supere el tiempo.
12 enero 2006
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