Que esté mi bichito

Primer día de vacaciones. Todavía en Madrid. Me pasé un día bastante agradable en companía de un amiga que no veía desde hacía mucho tiempo pero que son de estas personas con quienes hablar y contar tu vida y escuchar la suya no supone esfuerzo sino que es un placer que el tiempo y la distancia no cambian.

Podría haber sido un día más agradable si mi vida en mi piso no fuera ahora mismo horrible. Vivir con gente con claros problemas en ver la realidad resulta bastante jodido y desagradecido. Discusiones surrealistas sobre limpieza y standars demasiado básicos para que haga falta decirlos o escribirlos como los 10 mandamientos en la nevera.

Hago un esfuerzo más allá del humano en calmarme. Pero me está costando más de lo normal. Intento pensar en mis vacaciones, en la ropa que me llevaré a Israel, en el chico que echo de menos, en mi baño en el Mar Muerto y en mi super sobrino. Cualquier cosa para desestresarme. Como yo nunca realmente estoy estresada me resulta rarísimo verme así. Casi siempre estoy de buen humor, sonrío (demasiado según algunos) y la música me tranquiliza. Pero ahora no. Es mi casa, es mi piso tan bonito habitado por un ser depreciable que realmente cree que dejar restos de pollo y comida en el salón no es algo tan malo. Menos mal que tengo mi propio baño.

Me sorpreendo a mí escribiendo un post tan absurdo como ese. Es lo que tiene. Dejaré mi gatito aqui mientras me vaya y estoy super preocupada. Es mi amor, mi bichito. Ojalá le cuiden bien, cierren las ventanas y mi amorcito se quede dormido en mi almohada.

Me dá igual que quemen la casa. Pero que esté mi bichito esperandome al volver.