Ya es Navidad en Madrid. Ya lo es desde el 30 de octubre cuando me dieron en la calle un folleto con las ofertas para la cena de Nochebuena. Ya lo es desde hace tiempo pero fue ayer, cuando vi el puesto de churros y gofres cerca de mi casa, que me di cuenta de que ya estamos a finales del año.
La gente va abrigada y el sol brilla. Me gusta Madrid en invierno. Me está costando acostumbrarme a las bajas temperaturas principalmente por mi insistencia en patinar y no abrigarme mucho. Parece que ese año hace más frío que otros. Parece que este año el invierno molesta más. No lo sé. La gente empieza a hablar de regalos y de preparativos para Nochebuena y yo voy a lo mío. Callo porque estas fechas no significan nada para mí. Hace años que las ignoro olímpicamente y me gustaría saber cuando fue que las Navidades dejaran de ser las fechas tan entrañables que son para mucha gente, para pasar a ser un día como cualquier otro. Cuando fue que dejó de hacerme ilusión ver las tiendas de Lorena abiertas hasta las 20h (o eran 22h?) y las luces por la ciudad y el calor de diciembre y las frutas de la Cena de Nochebuena. No me acuerdo. Estas cosas pasan desapercibidas, así como no nos damos cuenta de otras miles de ilusiones que dejamos de tener a lo largo de la vida.
Si todavía me queda algo de ilusión se puede decir que es Nochevieja. Me sigue encantando aunque las seguidas nocheviejas madrileñas han minado un poco la sensación de renovación que me llega con el año nuevo. Este año será diferente, será como antes, habrá fuegos de artificios, ropa blanca, mi abuela, mi tía y el mar Atlántico tan azul y caliente como mi infancia. Habrá siete olas para saltar – y las que hagan falta, flores que tirar a la Diosa del Mar, churros con dulce de leche y té fría con limón en la playa. Que afortunados somos si tenemos todavía a estas edades algo que realmente nos haga soñar como niños.
La gente va abrigada y el sol brilla. Me gusta Madrid en invierno. Me está costando acostumbrarme a las bajas temperaturas principalmente por mi insistencia en patinar y no abrigarme mucho. Parece que ese año hace más frío que otros. Parece que este año el invierno molesta más. No lo sé. La gente empieza a hablar de regalos y de preparativos para Nochebuena y yo voy a lo mío. Callo porque estas fechas no significan nada para mí. Hace años que las ignoro olímpicamente y me gustaría saber cuando fue que las Navidades dejaran de ser las fechas tan entrañables que son para mucha gente, para pasar a ser un día como cualquier otro. Cuando fue que dejó de hacerme ilusión ver las tiendas de Lorena abiertas hasta las 20h (o eran 22h?) y las luces por la ciudad y el calor de diciembre y las frutas de la Cena de Nochebuena. No me acuerdo. Estas cosas pasan desapercibidas, así como no nos damos cuenta de otras miles de ilusiones que dejamos de tener a lo largo de la vida.
Si todavía me queda algo de ilusión se puede decir que es Nochevieja. Me sigue encantando aunque las seguidas nocheviejas madrileñas han minado un poco la sensación de renovación que me llega con el año nuevo. Este año será diferente, será como antes, habrá fuegos de artificios, ropa blanca, mi abuela, mi tía y el mar Atlántico tan azul y caliente como mi infancia. Habrá siete olas para saltar – y las que hagan falta, flores que tirar a la Diosa del Mar, churros con dulce de leche y té fría con limón en la playa. Que afortunados somos si tenemos todavía a estas edades algo que realmente nos haga soñar como niños.
2 comentarios:
sabes que puede ser que yo venga en Madrid por Nochevieja ?
^__^
http://tomas13.blog.kataweb.it/
Hasta luego !
llevame contigo!! una Nochevieja asi debe ser inolvidable!! disfruta al maximo y vuelve con mil nuevos sueños!! Besis!
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