Escribir desde casa. Desde donde pasaste la infancia bajo el cielo fuerte de enero y la arena caliente de la playa. Mirar ojos conocidos y saltar las olas de la suerte que te traen un año nuevo como muchos otros que has tenido. Cuando vuelves a casa, vuelves a casa y no hay tiempo ni segundo alguno de extrañamiento: todo te es familiar como el pueblo donde naciste. Hay momentos en los que te entran ganas de llorar cuando piensas que esa puede ser la ultima vez...pero hay que disfrutar y no pensar que el tiempo siempre se llevará todo con su paso.
Me gusta el olor de la ciudad: Santos huele a mar, a churros con dulce de leche y a té frio con lima y al verde de las montañas. Huele a días felices y a nochevieja, que no sea la ultima, que dure para siempre. Es un pedido silencioso que grito bajito a Iemanjá la diosa del mar a quien todos hoy tiraremos flores. Me encanta estar aqui y soy feliz. Que sea infinito mientras dure.
31 diciembre 2007
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