Me desperté esta mañana después de una pesadilla. Hacía tiempo que no tenía una y menos relacionada a este tema en concreto. No quisiera entrar en detalles pero básicamente una ex de un ex rollo se alegraba de que al final no acabáramos juntos y me echaba en cara un montón de cosas absurdas que hice y que no debí hacerlo.
Felizmente mi ateísmo y mi actual ausencia de fe en cualquier cosa que no sea la ciencia y la lógica, me impide ver cualquier significado trascendental en dicho evento. A lo mejor, si me centro ya en el aspecto psicológico de la cosa, volvería al siempre presente sentimiento de culpabilidad que de cierta manera me acompañó mientras duró la historia toda. Yo me sentía culpable sin tener la culpa, sólo por la cosa católica esa que nos meten en la cabeza de que los pensamientos también son pecado. Es lamentable que pese a mi racionalismo actual y los ensayos de Christopher Hitchens que he leído, vea tan evidente rastro de opresión religiosa metido en mi subconsciente.
La verdad es que me desperté con algo de mal cuerpo. A nadie nos gusta recordar desventuras amorosas y menos mientras el merecido descanso nocturno. Sin dar más importancia de la que merece un sueño, me he puesto a pensar en historias que no han funcionado, en chicos que me gustaron mucho, chicos que me caían bien pero por los cuales nunca tuve ninguna clase de sentimiento más romántico. Y me resulta increíble que hoy por hoy los mezcle como si me dieran exactamente igual. A lo mejor podemos aplicar aquí un poco la Ley del Péndulo siendo que en este caso la cosa haya variado de un romanticismo pós moderno hacia el racionalismo rompedor del nuevo ateísmo americano. Suena poco coherente y lo sé. Pero es así. Supongo que sean fases en nuestras vidas por las cuales tenemos que pasar. De todas las formas veo mucho más sano vivir las cosas por lo que son, juzgar las personas por los gestos, no por las intenciones, vivir un día después del otro, sin prisas y con la ilusión de el futuro está abierto y se construye mañana a mañana. Como diría Drummond, la vida, nada más, sin mistificación.
30 julio 2008
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