Estoy cansada. Menuda semana llevo de reuniones e indecisiones. Ha estado aquí la realeza: mis jefes y mis futuros jefes que se pasaran todo el día hablando de nada. Nada de concreto y que realmente me de pistas sobre lo que me va a pasar a mí.
Y me encuentro un poco nerviosa…sin ganas de nada. No hay peligro de que me vaya a la calle porque en esta empresa no echan a nadie – bueno, a lo mejor en caso de cometer algún crimen hediondo puede que lo hagan, pero aunque sepa que tengo trabajo no me mola nada no saber cual es.
Tampoco me han aclarado si el nuevo jefe será mi jefe. Tuve una reunión con él donde me estuvo haciendo miles de preguntas e insinuaciones sin realmente concretar a qué me dedicaré ni si reportaré a él o no. Alucinante. ¿Dónde aprende la gente ese rollo “seca-hielo” o sea, inútil, hablando y hablando pero al final es como si no nos hubiéramos visto en todo el día?
En fin, ahora mismo sólo me apetece irme de vacaciones semana que viene y olvidarme de mi correo llenos de mensajes sin leer. No quiero pensar en nada, ni descifrar frases que a lo mejor no quieren decir nada. He pensado que igual paso de trabajar mañana y me quedo tranquila en casa haciendo mi maleta y preparando las cosas para ver a mí hermana, mis sobrinos lindos.
Sólo me apetece sentir el calor y el viento fuerte que sopla en las playas de Israel.
11 septiembre 2008
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