25 enero 2012
Desde lejos
Tenía que salir.Sabía bien que necesitaba alejarme para ver si todo lo que tenía entre las manos era real o un espejismo creado por la hermosa luz de Madrid. Quería ver si lo que llevaba construido a lo largo del tiempo - (mucho o poco, no importa) - brillaba desde el alto de un cielo al que suelo llegar casi siempre tarde.
E irme a Lisboa y vislumbrar la inmensidad del Tejo (siempre más dulce y bello en portugués) era lo que necesitaba para volver a respirar la felicidad que se me escapaba entre los dedos por no dedicar tiempo y silencio para oírla.
Y en silencio he estado mientras hablaba sin parar y me reía encantada de estar allí. Encanta de conocer todo lo que desconocía o tenía olvidado debido a unos días con demasiadas horas y noches sin dormir. No quiero lo que ya sé porque saberlo implica un comienzo demasiado cerca del final. Prefiero cerrar los ojos y descubrir lo que puede dar cierto sólo por el en sencillo hecho de todavía no ser. Y por ser y saber nada, no tener miedo a entrar en la casa sin luz sino que caminar por ella, valiente y entre muebles y sueños encontrar la paz de todas las historias que todavía no se han escrito.
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