09 agosto 2006

Medusas en Madrid

A la falta de pocos instantes para mi soñada ida al mar, donde disfrutaré de la companía de mi querida amiga Gisela y de las medusas, tengo que aguentar a una pava que no sólo profiere 20 mil palabras por segundo, como en los únicos momentos en que los que no habla es porque está silbando en plena oficina.

A todo eso tengo yo que decirle lo que debe hacer y ella obviamente no tiene nada de ganas de hacerme caso. Y pienso, ¿porque los momentos anteriores a los de las vacaciones tienen que pasar tan despacio y encima tienen que ser tan sumamente duros? No podía hoy ser un día en que ella estuviera de buen humor o por lo menos en silencio?

Pues no, claro que no. Algunas chicas pueden llegar a ser muy malas con otras chicas y aqui tenemos un ejemplo típico: no sólo inventó malas historias de mí al chico a quien yo le gustaba como también ha sostenido, no sin convicción, que yo llevaba sujetadores de gel.

Aparte de eso, se niega a mirarme cuando le dirijo la palabra y a cada cosa que le digo que tiene que hacer, dice que no.

Ay Dios, ¿que he hecho para merecer eso? Ya de curiosidad, dimelo, para que yo vea sí por lo menos ha merecido la pena.

Pero yo a lo mío, mañana a estas horas estaré en la playa, disfrutando del mar, del sol y de las medusas de Mar, que picarán pero por comparación, hacen mucho menos daño que algunas que hay por Madrid.

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