17 enero 2007

Tu apodo

Sonaba la canción de la calle, con su barullo desordenado y la lluvia fría. Al otro lado, un taxi con luz verde se niega a coger un pasajero. Cosas de la vida, piensas y hasta sonríes. Y no estás triste como te lo esperabas. Te pesan las piernas porque has estado haciendo deporte y manteniendo la cabeza lejos de cualquier lugar llamado recuerdo. A tí te gusta que te cuiden mucho.Y en eso estás cuando te cogen de la mano y te preguntan por tu silencio y te das cuenta de que no deberías estar pensando en esto en este preciso momento. Te preguntan y te llaman de la misma manera que te han llamado una cierta noche de verano. Y sabes que no deberías pero te entran ganas de llorar. Y es una noche de fiesta y alegre pero acaba de ponerte el mismo apodo y las lágrimas no son nada educadas y no están habituadas a pedir permiso.

No eres capaz de decir nada. Sonríes y te dice que tu sonrisa es preciosa y repite la palabra. Aguantas otro rato y sonríes otra vez y te das cuenta de que tendrás que acostumbrarte. Alguna lágrima decide seguir atacandote. Tendrás que acostumbrarte. Y así será de aqui en adelante. Los cumplidos que no te hizo y que nunca entendiste porqué, te los hará otro y el mote tan hermoso que puso aquel día después de aquella noche, también te lo pondrá otro. Y es una palabra muy bonita y no debería darte pena.

Pero un poco sí que te lo dá.

Y por lo visto... sólo a ti.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si llueve y no encuentras un taxi, llámame.

Anónimo dijo...

Si llueve y no encuentras un taxi, llámame.