Que siempre he sido una persona optimista no me queda duda. Las cosas no son tan malas cuanto parecen y siempre está bien oír algunas verdades de vez en cuando. La realidad es la que hay. La que creamos nosotros y nuestra falta o existencia de afecto.
Siempre es difícil que te acusen de vivir en un mundo que no existe pero también es algo bastante liberador.
Lo que queremos todos es que nos quieran, nos echen de menos y que piensen en nosotros como algo especial. Sino es así no merece la pena. Es como la frase aquella que dice que un sueño que se tiene sólo no es más que un sueño pero si estamos más de uno puede ser una realidad.
En realidad nunca se sabe con seguridad que esperar de nadie, del amor y del deseo. Vivir es asumir la incertidumbre como una sorpresa buena y esperar disfrutar de lo desconocido, es echar de menos lo que no has tenido nunca, es ansiar por aquello que parece imposible. Es vivir aquí y allá, en ese mundo que me han dicho que he estado sola. No importa realmente si en algún momento había alguien más. Sea como fuere, hay alguien más listo que yo y que ha decidido antes que nada de eso tenía sentido.
Pocas cosas en esta vida tienen. Y toda esa liberación viene con esa frase, la del mundo que no existe y que antes era un bonito mundo paralelo. Y hasta el dolor desaparece porque realmente si has estado soñando sola, no pierdes nada ni a nadie especial. Es como si te hubieses despertado. Ha sido sólo un sueño y te olvidarás. Y como un guante caen los versos debajo de la obra de mi paisano Calderón de la Barca:
¿Qué es la vida?
Un frenesí.
¿Qué es la vida?
Una ilusión, una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
07 marzo 2007
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