Ese año no me he puesto grandes objetivos. Ni los típicos propósitos de año nuevo. Lo que sí hice fue pensar en un par de cosas que me gustaría hacer. Y ahora me encuentro como si el año empezara ahora. He empezado a traer a la realidad las dos cosas que me planteé al principio. Y me siento bien. No pienso decir que cosas son. Un poco porque me da vergüenza: son cosas bastante pueriles y a los 30 años resulta un poco patético proponer esa clase de cosas. Pero me di cuenta de que las tengo. Que por muy difícil que me pareciera al principio he cogido un buen nuevo hábito y eliminado uno malo.
Y estoy feliz. Me siento bien aunque en algunos momentos me entre una cierta tristeza. Como la idea de que las cosas podrían ir en otra dirección. Pero me gusta mucho el viento en la cara, la velocidad y la sensación de que todo puede pasar.
Ese finde ha sido especial. Porque abrí una puerta y cerré otra. La puerta abierta trae el viento y esa sensación de libertad infinita. La puerta que se cierra me deja claro finalmente que es lo que quiero. Quiero que ese Domingo, que el sol, el parque y que todo eso se repita. Y que vaya en coche o en autobús o que la compañía holandesa, alemana o española, sea especial y divertido. Que el desayuno sea servido caliente y la tarde sea larga con un día de verano.
Quiero un poco de todo y no lamentar lo que no puede ser. Y finalmente parece que voy consiguiendo.
05 junio 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
:)
besos
Lu.
Publicar un comentario