Pic by http://tux.uis.edu.co/ |
Pero el post y la antigua noción de las afinidades químicas de los elementos han estado en mi cabeza dándole vueltas - es algo habitual en los seres humanos eso de buscar una explicación lógica para cosas que a lo mejor, no la tienen.
Siete años son muchos años y dan para mucho y para muy poco - depende de las velocidades de cada uno, de sus ganas y de la vida misma. Semana pasada celebré con unas amigas nuestros siete años de amistad - que no por casualidad empezaron a contar el primer día en nuestra querida empresa. Entre cena, copas y recuerdos no dejaba de preguntarme como habíamos llegado hasta allí - cómo chicas tan distintas en todo se habían encontrado y decidido compartir sus días, los felices, los tristes, los de éxito, de duda, las ganas de llorar, las de reírse.
Serán las afinidades electivas, nombre lírico que al contrario del libro de Goethe, de lirismo tiene poco. Su origen viene de una antigua teoria de la química que estudiaba como ciertos compuestos tenían la tendencia a combinarse solamente entre sí en ciertas circunstancias y a lo mejor puede explicar como vidas separadas por las distancias, los gustos, las historias personales, se unen y se combinan. Hay gente que cree en el destino, en las casualidades con algún significado especial pero yo ando muy corta de poesía y me gusta pensar que de alguna manera, las personas, como los compuestos, no necesitan una razón celestial para combinarse. Y en esa línea, sólo puedo usar esa metáfora para describir las afinidades que he encontrado por casualidad en la misma noche - una sonrisa, una mirada, palabras exactas - y todo parecía que había estado allí desde hace mucho tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario