Yo no sé si contestar. No sé qué contestar. Y resulta gracioso verme así, yo que en otros tiempos me entregué sin miedo a la práctica de intercambiar e-mails hasta la saciedad sin intención alguna aparente - sin darme cuenta de que la falta de intención era intención suficiente.
No soy capaz de sentarme a contestar. He perdido mi capacidad de hablar del tiempo, de los días sin rumbo, de hablar de la nada. Hace tiempo que la falta de un objetivo final o la posibilidad de encontrar uno, directamente me impiden seguir por el camino de la abstracción durante demasiado tiempo - las cosas complicadas últimamente me están dando muchísima pereza.
Y ni el recuerdo dulce es capaz de poner la imaginación o la inspiración en marcha y garantizar el sencillo y breve placer de escribir y de esperar, contenta y distraída, una respuesta.
Está bien eso de no tropezar más de una vez con el mismo tipo de piedra.
09 octubre 2010
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1 comentario:
Yo digo MU. Por casualidad encontré tu blog, y la verdad es que algunos de los post que he leido son maravillosos. Animo!
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