Las cosas a veces acaban bien, a veces acaban mal. Gran filósofa, alguno dirá. Pero yo siempre digo que nunca tengo miedo al durante sino que al después. A veces uno no quiere dejarlo, a veces otro no asume que no puede ser y reacciona de manera "violenta". Cosa de tíos casí siempre...las chicas más bien ponemos un cd triste y nos echamos a llorar.
Por eso cuando ese chico , que no fué una gran historia pero fue algo que no acabó mal, me dijo que se venía Madrid me alegré. Quiere verme y era una prueba que yo ni siempre hago las cosas "tan" mal.
Por eso cuando llegó y me dijo, "baja que ya estoy" (con esa voz de trueno que tiene), me puse más nerviosa de lo que esperaba. Ha pasado año y medio y allí estaba él. La misma mirada azul oscura, algunos kilos más (de gimnasio, de gimnasio) y una sonrisa. Las cosas no siempre acaban mal pensé: no le quiero pero me alegro de verle, quiero saber que tal le vá, quiero que le vaya bien.
Es una sensación estupenda después de tantas historias desastre.
Y nos tomamos un café. Él se acordaba de lo mucho que me gustan las galletas y yo de lo poco que veía sin lentillas.
"Las cosas no siempre acaban mal" - me repito y sonrío. Y así es. Se queda hasta el Domingo y yo realmente encantada de salir otra vez y recordar nuestros buenos, cortos y no tan viejos tiempos.
02 agosto 2006
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