Con el pasar de los años fui observando con curiosidad la disminución de mi capacidad de enfado. Eso. La disminución gradual de mi capacidad de cabrearme en condiciones. Cuando era pequeña cualquier razón era razón para una pelea: un partido de fútbol, un balón, un árbol de fruta, un cotilleo. Eran tantas las cosas que me enfadaban y tan reducida mi capacidad de retener la rabia que a partir de los 20, cuando empecé a tener razones reales con las cuales cabrearme, me di cuenta que ya no ocurría tan a menudo y de repente, me encuentro en los niveles de hoy donde no ocurre casi nunca.
Pese a tener una compañera de piso que destruya mi lampada del salón porque no le gusta en mi ausencia y que cuando llegue me cuente una milonga sobre haber usado la aspiradora para limpiarla. Una compañera de piso que coge mis Cds y los esparce por la casa, que no dá de comer a mi gato, que cambia los muebles de la cocina porque le sale y pega un póster de Penélope Cruz en MI salón bonito y tan moderno en otros tiempos.
Pese a tener que aguantar una compañera en el trabajo que sencillamente dejó de hacer una tarea que tenía asignada porque le parecía aburrido y que yo haya tenido que aguantar e-mails hasta del Papa por los problemas generados por su "espíritu libre". Pese a que al hablar con ella del tema, ni siquiera me mirara a la cara y siguiera mirando al ordenador porque no "salía de los cojones" - en palabras suyas - hacer esa clase de trabajo.
Pese a aguantar personas del pasado que han reaparecido con ganas de no dejarme en paz.Un tipo decidido a hablar de cosas que no quiso hablar cuando tenían que ser habladas, pero que hoy quiere explicaciones sobre cosas que no se explican como por ejemplo:¿ porque no te enamoraste más de mi? Pero que esta persona está convencida de que escribiéndote e-mails mal educados y acusatorios, podéis a lo mejor "arreglarlo todo".
Yo siempre digo que sólo me quejo cuando es importante. ¿Y no son casos como estos importantes? Sí, pero lo que ha dejado de ser importante es ganar. No tengo ya necesidad de ganar discusiones. No me importa no tener la ultima palabra.
Yo sólo quiero tener la fiesta en paz.
En silencio o diciendo con la voz y el acento más dulce del mundo que hagan los que les de la real gana.
20 noviembre 2006
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