Parte del texto es mío pero la idea no. La vi en un blog brasileño y fue de estas ideas que me gustaría haber tenido. "El amor acaba. Acaba en cualquier esquina, en cualquier mes de Marzo o Febrero. En cualquier parada del metro o después del teatro, del fútbol o de la Fórmula 1. Es un hecho. Pero tenerle miedo es pasarse de esta a una mejor aburridos, masticando el ajo de la falta de placer y de la falta de apetito en la vida."
Y anda que no hay gente acojonada. La que escribe, para empezar. Hace cierto tiempo que observo como a estas edades la gente mantiene una cierta actitud homicida con cualquier clase de afecto. Cuando somos niños decimos cada tres por dos “te quiero” a nuestros amiguitos y a nuestra familia. ¿Ahora pensad cuanto tiempo hace que no dices la palabra mágica? Tampoco es plan de valorar demasiado el decir en lugar del sentir y enseñarlo de maneras más convincentes, ¿pero que cuesta decirlo de vez en cuando, cuando realmente lo sentimos?
Cuesta. Cosas de la vida. Con la edad nos hacemos más siesos, más ahorradores de cariño y a lo mejor es porque cada vez nos falta más y no nos sobra para salir por ahí regalándolo aun que nos muramos de ganas de hacerlo. Y nuestras relaciones, muchas, se basan en algo que no nos atrevemos a nombrar, a cuantificar, ni siquiera a comunicárselo al interesado (a). Nos da miedo decirlo por si nos van a decir que no, por si nos van a contestar con el silencio, por si sencillamente no siento lo mismo.
Sí, el amor acaba y muchos sostienen que ni siquiera existe. Pero, real o no, también nos lo pasamos de puta madre con él. Sea el amor hacía nuestros amigos, familia, sea el amor hacía otra persona “sencillamente porque sí”. A veces duele, pero como dijo la siempre enamorada Clarice Lispector: la vida está para vivirla intensamente, hay el amor. Que debe ser vivido hasta la última gota. Sin miedo alguno.
No mata.
12 junio 2007
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