05 septiembre 2006

Porque estamos distraídos

En los días de hoy la gente ya no se muere de amor. Y Werther (he vuelto a leer el libro) tampoco lo haría sí viviera en el año 2006, si tuviera que trabajar en una multinacional americana y su trabajo se limitara básicamente a contestar preguntas de gente que no se molesta en pensar.

No es que hoy ya no nos enamoremos. Sí que nos enamoramos y como Werther, es triste que “Carlota” ya esté prometida a otro. Nosotros amamos de la misma manera que él, sólo que estamos más distraídos.


Werther no tenía que coger el Metro de Madrid durante el verano y pregunto: ¿afirmaría con tanta convicción que “feliz la criatura que pueda atribuir su falta de felicidad a algo terrenal” si tuviera que pasar por el intercambiador de Avenida de América y sus 43 grados a las seis de la tarde?

En sus días no había Internet para que hablara con sus amigos que están lejos para contarle sus penas. No tenía bares a los cuales acudir y tomar unas cañas y ligar con otras chicas. No tenía muchos CDS que oír, no tenía que pensar en que país quería vivir, no tenía informativos llenos de malas noticias para que se planteara que a lo mejor eso de que fuera “el más desgraciado de los seres humanos”, era un poco exagerado.

Hoy no tenemos tiempo para ser románticos en el sentido literario de la palabra. Amamos pero nos resignamos ante la falta del ser amado. Porque realmente no tenemos tiempo de darnos cuenta de nuestra tristeza. Porque está la tele, está el fútbol, están aquellos pantalones estupendos, están todos estos chicos, las fiestas, las vacaciones en Israel, en Brasil, está la rutina que se acostumbra perfectamente a que las Carlotas de turno no estén.

Werther tenía tiempo. Tiempo para mirar dentro si mismo y darse cuenta que había encontrado lo que muchos buscamos durante toda la vida. Tenía tiempo para echar de menos los ojos tan negros de su amada y concluir que a lo mejor ojos así no se encuentran todos los días. Tiempo para estar seguro de que esa sensación de conocer a una persona de toda la vida, puede que sea algo más que casualidad. Tiempo para escribir cartas a Guillermo sobre la “ilusión que tan feliz le hacía.”

El final es triste y como en los días de hoy, también hay finales tristes. Lo que no se sabe al leer el libro es si Carlota estaba realmente enamorada de él y era muy consciente de sus “obligaciones sociales” o si era de una persona vanidosa en ser amada. Si su desmayo era de arrepentimiento o pena. Si Werther era correspondido o no.

La verdad es que nunca se sabe lo que se pasa en la cabeza y en el corazón del otro. Y en eso, los enamorados de hoy y de antaño, por mucha distracción que haya, estamos realmente en lo mismo.

03 septiembre 2006

¡¡¡¡¡¡POR FIN ESPAÑA GRITA VICTORIA!!!!!

Hoy la tarde es roja y amarilla. Es una tarde de furia, de alegría, de campeonato. Nadie mejor que mi amiga Morsa Alicia para describir el sentimiento de ser español en la calurosa tarde de hoy. Una vez más como invitada de honor, tenemos a la española de colmillos y pata negra.No necesariamente en este orden:

Hermanos, por fin, después de tantas lagrimas derramadas por nuestra selección de Fútbol, por fin nuestro corazón llora pero de alegría. Y no es casualidad que emita este comunicado en estas páginas. No, no lo es. En un día tan señalado como es este, hay que recordarle a esta querida brasileña, que desarrolla en estas páginas su hobby más entretenido, patear el ánimo de nuestra selección, desanimar a la "Furia roja"… España CAMPEONA DEL MUNDO!, menudo partidazo 70-47. Y es que mi querida amiga del país de la samba, se puede gritar victoria en un equipo donde los nombres de la gente no terminan en ‘ihno’. Ni Ronaldihno, ni Pipihno, esta vez ha sido más bien Gasolihno y sus secuaces.
Ole, ole y ole. España se ha impuesto con talante torero desde el primer momento a Grecia, y ha mantenido una distancia de 20 puntos desde el descanso. Durante años nuestros corazones de cuartos de final han llorado desconsoladamente vapuleos de otros equipos, o injusticias de árbitros comprados. Hemos vuelto a esta querida tierra de jauja con las manos vacías y el rostro desencajado, y aún así hemos vuelto a poner toda la ilusión y las ganas en el siguiente partido. Nos merecíamos finalmente un día como este y hay que disfrutarlo. Hoy España entera sale por la puerta grande a hombros de su insistencia y su constante apoyo a la selección. Hoy hemos roto con el mal de ojo que alguien nos echo un día y hemos ganado por fin, ya no hay motivo para que España no gane el festival de Eurovisión el año que viene.
Hermanos, puede que los españoles seamos bajitos, rechonchetes y peludos y que la siesta sea nuestro deporte nacional. Puede que seamos el país de la paella y el chiringo de playa, pero hermanos hoy también somos el país campeón del mundo de baloncesto.