27 septiembre 2008

Que me lleve el camino

No voy a vivir como alguien que solo espera un nuevo amor
Hay otras cosas en el camino por donde voy
Algunas veces voy cruzando mis pasos con la soledad
Momentos que son míos , de los cuales s no puedo prescindir

Ya se mirar el río por donde pasa la vida
Sin precipitarme, sin llegar tarde
Escucho el silencio que hay en mí y basta
Comienza ahora un nuevo tiempo


Dejaré que me lleve el camino
Veré la ciudad encenderse

La luna bañará de luz todo el lugar
Y yo me acordaré de ti

Y…tengo muchas cosas que terminar
Promesas que hice y todavía no pude cumplir
Palabras que aguardan el momento exacto para decirlas
Cosas mías, que talvez no quieras oír
Dejaré que me lleve el camino


Ando alejada del mundo de los blogs y de internet. Debo reconocer que podría haber currado más los últimos posts, incluso, podría haber postado más a menudo pero me cuesta sentarme a escribir y ordenar las ideas en palabras de manera que tengan algo de lógica o sentido. No sé explicar a qué se debe ese momento pero me limito a vivirlo sin pensar demasiado. Tengo miles de cosas que contar pero soy incapaz de sentarme a pensar en los detalles de cada cosa como si no tuvieran importancia y todo lo que desee sea sonreír, entrar y salir por la puerta de casa y de las casas. Energía, luz, ganas de más - el otoño llega con aires de primavera y yo no soy más que una chica que se pierde entre las flores. No tengo tiempo ni siquiera de hacer lecturas sobre efemérides que dicen, debían tener importancia. Yo sólo quiero correr, poner alta la música y sentir el calor suave del sol de ese fin de Septiembre ajetreado.
Me gustan estos días aunque no sepa bien donde estoy. Me gusta esa canción de Ana Carolina y Seu Jorge y cuando me enteré por casualidad que la tenía en mi ordenador pensé que esa canción era perfecta para meterla en un post. Una canción bonita para compartir con el que se pase por aquí por casualidad y que a la mejor también esté viviendo ese momento de dejar que la vida nos lleve adonde le apetezca.

24 septiembre 2008

Momento


Habrá gente que diga que debe de esa manera: difícil, complicado, como que por sorpresa. Y yo no soy esa clase de chica que sólo está feliz cuando llueve. Me gusta el sol y me gusta que haya el viento fresco. Un día tonto, sin grandes perspectivas y estoy aquí feliz de la vida.
Me gustó tanto la mirada… aquella expresión de cercanía, el gesto de reconocimiento, la cara limpia, llena de luz. Como el que dice: yo también he estado allí.
Y le vi pasar como la que observa una exposición sin tener guía :sin entender mucho pero maravillada con la poesía.

22 septiembre 2008

Vestida de Sol

No quedan días de verano, ya diría Eva Amaral o cualquiera que mire por la ventana este lunes de septiembre. Y en una tarde gris como esta encuentro e-mails perdidos, mensajes que al leerlas me llevan de la mano de vuelta a un tiempo raro y confuso. Llueve fuera pero no hace tanto frío y aquí sigo, entre recuerdo, olvido y una rara indiferencia Sigo con esa mirada golosa y feliz de quién duda que el futuro y el este estén más cerca que el norte o que el sur pero segura de que hay miles de cosas bellas en cualquier dirección que se mire.
Pienso la canción de The Delays y en el sol que falta hoy. Pienso en el sol de la canción y concluyo que no podía estar más feliz que ahora mismo. Plena, alta y vestida de sol.


Discover The Delays!

21 septiembre 2008

Una carta de Lorena



Llegué anoche a Madrid sobre las 21h pero gracias a la eficiencia de Iberia sólo pude dejar Barajas una hora más tarde cuando finalmente se dignaron a traer el equipaje. Fui andando tranquilamente hacia el autobús y sin poner los mp3 me dediqué a “observar” el ruido que había en el aeropuerto. Gente por todas las partes, banderas de España, chillidos. Tenía ganas de llegar a casa y ver qué tal se encontraban mis bebés, pero fui sin prisas disfrutando de la temperatura más agradable que ha registrado Madrid en lo que va de año.
Abrí la caja del correo esperando las típicas facturas de siempre o la publicidad del restaurante chino de la esquina cuando veo un sobre raro color beige. Veo mi nombre escrito a mano y no reconozco la letra, pero en la era de los ordenadores, ¿Quién es capaz de reconocer la letra de cualquiera?
La carta viene de Lorena. De la calle de mi infancia, de la madre de mis mejores amigas. ¡Una carta! Después de tanto tiempo! No me acuerdo ni siquiera cuando fue la última vez que me escribieron una pero me atrevería a decir que fue hace casi 10 años y todavía vivía en Brasil. ¡Que tiempos aquellos de las cartas!
En la carta, "tía Sonia" (a los padres de los amigos, en Brasil se les llama "tíos") me contó novedades de mis amigos de allí: como Fér, su hija y mi amiguita de aventuras está embarazadísima, como Rex, su otra hija y grande amiga sigue a las vueltas con la renovación de su tienda de zapatos… pero lo que más me tocó fue darme cuenta que para ella la gente que crecemos en aquella calle perdida de suelo de piedras grandes y oscuras, somos también parte de su vida pase el tiempo que pase.
Junto a la carta venía un ejemplar del periódico semanal de la ciudad, el Guayapacaré. Estuve un buen rato mirando el periódico en mis manos, manchándome los dedos con su tinta y leyendo noticias que pese la distancia y el tiempo, todavía están lejos de ser irrelevantes para mí. De repente ya estaba no en Madrid. Estaba en el mundo de Lorena, la que dejé hace 13 años, con su periódico en papel cutre y sus noticias sobre una nueva tienda de ropa. Sus fotos de Calle Principal , renovada y con carril bici, las cartas de los pocos lectores, el aniversario de mi antigua escuela, una pelea en una fiesta funk que acaba en muerte. Lorena ya no es la misma, pero a la vez lo es. Siempre quedará algo del pasado aunque las calles ya no sean seguras como antes, ni llenas de palmeras o ya no queden aquellos señores que vendían algodón dulce tocando un claxon que sonaba a rebuzno. Yo tampoco soy la misma pero dijo como mi primer jefe, João Abdalla, una nunca se muda de su pueblo porque siempre lo lleva dentro.
Lorena está en mí: en mis manos, mi cabeza, y mi corazón.
Así como Tía Sonia y su familia siempre están y siempre lo estarán.