18 noviembre 2008

Viaje de vuelta



Volvemos finalmente.
El cuerpo, hace ya una semana. Cansado por las horas no dormidas y por la tristeza silenciosa de las despedidas. La cabeza, a ratos : perdida entre conversaciones de ahora y de antes, entre recuerdos que durarán para siempre y el intento de olvidar la ausencia que tanto ruido hace. El corazón no volvió. No entero por lo menos, sino que a trozos, esparcido por todos estos kilómetros de afecto y mar azul.
Llegué a una Madrid ya fría y a una casa que no me parecía mía. Hasta los gatos parecían distintos. Me salté las comidas, participé en conversaciones a las cuales no acudí en una lucha para convencerme de que había vuelto. Ni escribir podía de lo poco apropiadas que me parecían las palabras que llegavan a mis manos y la imagen que miraba por la ventana.
He tardado pero volví finalmente. Las piernas vuelven a ser mías y también esa mirada baja y la sonrisa abierta cuando el sopla el viento. Los aviones vuelan demasiado rápido para las almas enamoradas de sus caras conocidas. Enamoradas del mar de su infancia, de los árboles de fruta y de todo lo que se deja hacia tras cuando sale uno de su tierra.

1 comentario:

Perséfone dijo...

Vaya, siempre es triste dejar atras aquello a lo que se ama.

Espero que te vayas animando poquito a poco.

Un abrazo.