15 febrero 2014

A mi querida Nanci.... y la añoranza que no termina nunca...

There are places I remember
All my life, though some have changed
Some forever not for better
Some have gone and some remain
All these places had their moments
With lovers and friends I still can recall
Some are dead and some are living
In my life I've loved them all

"Ayer finalmente tuve un rato libre y caminé sola por la playa gris de Santos. Hacía viento y yo escuchaba esa bonita canción de los Beatles. Me puse a pensar que hacia unos meses a penas que yo y mi tia habíamos tirado flores al mar como parte de nuestra bonita tradición de Noche vieja y que yo me eché a llorar cuando se alejó por que en aquel momento se apoderó de mi la certeza de que sería la ultima vez que lo haríamos juntas. Me dió mucha pena ver la playa donde veraneamos tantas veces y me dió pena una vez más darme cuenta de que nada volverá a ser como antes. No volveré a verla, no vendremos a esa playa, no tiraremos flores al mar. Es como decir adiós a una vida entera porque ciertos cambios son para siempre. Es como tener que asumir que no soy yo la niña sino que habrá otra generación de niños que jugará por estas playas y serán felices y un día como yo, volverán y mirarán el mar y no harán otra cosa sino echar todo de menos y sentir un dolor intenso y silencioso".

09 febrero 2014

Palabras y silencios

Yo sabía cuando llegué que no sería todo como la sonrisa de la entrada. Sabía que tenía en su cabeza cosas que decirme mientras yo en la mía, tenía las mismas que callar.  Una mañana así no suele acabar con sol.
Y por supuesto, entre las amenidades de un nuevo enero, tenía que sacar, como si nada fuese, las sombras de final de año. Quizás la sorpresa haya venido de que el tiempo, para mí, ya había convertido lo ocurrido en anécdota mientras había cocinado en él una mezcla rara de decepción y rabia. 
Entre mis razones, todas verdaderas - aunque más o menos lógicas, no ha encontrado ninguna que fuera creíble. Ninguna digna de oírse tranquilamente mientras una la contaba. Es más, entre interrupción e interrupción,  y sin terminar de oír, se ha encargado de construir sus propias versiones de mis razones y de enfadarse por ellas. 
Yo miraba tratando de entender. Y  ha sido el ejercicio menos fructífero de la Historia. Entender el enfado, la decepción,  las palabras poco apropiadas. Supongo que a él le pasaría mismo y como si de una película se tratara,  asistí desde fuera una discusión en la que poco intervine porque era no era capaz de entender o, peor,  era consistente de que entenderla a fondo significaria ir mucho más allá de lo que nos convenía a todos. 
Y de repente... se cambia de tema. Agotado que estaba  sin entrar en terrenos que no podríamos recorrer  sin desvelar demasiado. Y en el aire el peso de las cosas dichas y no dichas. La barriga llena de todo que ha tenido que tragar en silencio o sin decir lo que se queria. 
La duda, razonable siempre,  sobre las razones de cada uno pegada en el pecho y muda. 
Una vez fuera me pregunta una amiga por mi cara de nada, mi cara de silencio. ¿Qué ha pasado? Y yo sonrío, y digo que nada. Nada como la traducción perfecta de las cosas que te ocurren y que no eres capaz, aunque intentes e intentes, de explicar.