25 agosto 2008

Cobardes...

¿Te acuerdas del tiempo
En que sentías
Y sentir
Era una forma más sabia de saber
Y tú, ni lo sabías?
(Alice Ruiz)

Lo he estado pensando y después de mucha reflexión he llegado a la conclusión de que he sido cobarde últimamente. No es la clase de cosa de se enorgullezca una pero asumirlo públicamente a lo mejor haga mas llevadero asumirlo para mí misma.
He estado relacionándome con gente de manera superficial y tacaña, haciendo lo posible y lo imposible para que no se metieran en mi vida, en el sentido claro de no hacer parte de ella. He callado para mí palabras bonitas cuando las podría haber utilizado y he buscado defectos en gente que no los tenía (o que los tenía, como todos, pero que no eran razón para huir de ellos) para justificar mi lejanía y poner fecha de caducidad a cada una de esas relaciones. Alguno dirá que es por qué no estaba enamorada pero incluso cuando lo he estado, he tenido verdadero pánico escénico cada vez que veía una posibilidad real de vivir dicha relación aparte de haber sido incapaz de poner en palabras (que no estuvieran en un blog) que era lo que realmente quería con él.
He estado teniendo miedo a acercarme y abrir la puerta y dejar que el tiempo haciera su trabajo a favor o en contra de todo lo que sea sentir.
No intento aquí buscar razones freudianas para dicho comportamiento sino sencillamente asumir que me he portado así. Como si sufriera de un síndrome de Peter Pan incurable, está claro que evito el compromiso y con él todos los pasos que se supone que tiene uno que dar rumbo a su supuesta madurez. A lo mejor “eso” no es para mí aunque ya me haya atrevido a hacerlo una vez. No se sabe a lo cierto pero lo que sí queda claro es he estado huyendo y no sé bien ni de qué, ni hacia donde.
Y en dicha huída, ¿qué me estoy dejando por el camino? El hecho de no necesitar a la gente es bueno, es uno de los mejores caminos hacia la libertad completa, ¿pero para ser libre hace falta exterminar el sentimiento?
¿Qué sentido tiene convertir en alguna clase de criminal a un chico sólo por invitarme a pasear por el parque? O directamente, ¿como puedo cabrearme con uno que sólo cometió el “error” de invitarme a cenar?
Y así va una por la vida. Se dice que el primer paso hacia la cura es admitir la enfermedad. Aquí me tenéis asumiendo públicamente mi acojone en ese blog que nadie lee. ¿Tendría más mérito si me fuera al Diario de Patricia? A lo mejor sí, pero con menos público y mérito, pero con más intención, ese es el primer post de un blog y de una chica dispuesta a echar un poco más de huevos por la vida.