30 enero 2012

Miedo e ilusión



Mi casa, el pueblo - la vista desde la ventana durante tantos años: me faltan. Aunque en pocas ocasiones llegue a darme cuenta, las ganas las tengo allí, al lado de miedo y de la ilusión. Volver es siempre un riesgo porque implica despertar todo lo llevo dormido dentro: los años, el silencio, el frío cuando todos alrededor parecen tener demasiado calor. Y la pregunta que no calla es que hacer con tanto afecto cosechado en campos ajenos donde la tierra parece siempre lista para sembrar?Revivir caminos ahora lejanos, va de eso: de olvidarse de lo suyo y salir buscando extensiones de campo donde vivir sea siempre más verde.
La búsqueda la llevo dentro. Y volver, como parte imprescindible del ejercicio de despertar  también tiene algo de colorido y de sueño como  verle a mi abuelita. Como tumbarme la cabeza en su regazo y esperar que el día se acabe.  La que nunca deja de buscar afectos, campos, cielos azules y sonrisas. La que es razón principal de que el regreso parezca siempre definitivo y dolorido  y de que a veces me sienta tan especial y amada. Su mirada, su risa. Su manera de celebrar una vida llena de dolor y de paz, como muchas otras, y de convertirla en eterna búsqueda por ofrecer el amor que tiene dentro. Que por mucho, por sobrar, se transborda como el mar  de Santos en día de resaca y llega a cualquiera que esté dispuesto a dedicarle tiempo. Ella ama mucho, se entrega, vive y a sus casi 92 años cuenta que una de sus amigas se marchará a otro pueblo y que ayer se despidieron  hasta las 12 de la noche. Le pregunto con la voz entrecortada por las ganas de llorar al imaginar su pena: "ha sido triste? Y me contesta como si hablara de algo tan obvio como que hay que anochecer cada tarde: "no hija. Me han traído una tarta".
Por ti y por que te gustan tanto las tartas, Vó Ina.. siempre merece la pena volver.



3 comentarios:

Perséfone dijo...

Si ya dicen que las madres están hechas de otra pasta ¿de qué estarán hechas las abuelas? Son seres tan magníficos...

Un abrazo.

La niña pixel dijo...

Qué bonito! me has dejado un poco más blandita de lo que ya era...

clarita dijo...

Miguxa
en definitiva, las abuelas (hablo de NUESTRAS abuelas, ya sabes) son las que más saben de la vida. Y a nosotras solo nos queda aprender de ellas.
Yo aprendí muchísimo de la mía y hasta hoy la "saudade" es imensa. Otro día dije: he tenido abuerla hasta los 31 años.
tenemos suerte, migs. Mucha suerte.
besos, que te sea leve la despedida y por favor, sigue haciendome llorar con tus textos.

besos
Lu