27 abril 2013

Palabras mudas

Todo lo que podía haber escrito se ha quedado en intento. En recuerdo de los días en que escribir era automático y fácil como encender y apagar la luz. Serán los años, entiendo, el tiempo. Evito la idea de que los afectos ya no son los de otros años, que de tan intensos sólo podían tener lugar fuera de una misma. Quizás sea esa sensación de que todo lo bueno se acaba, se transforma y cuando la vida se hace más mayor, con tantas páginas que leer  y razones para no seguir, una asiste las propias despedidas con mentirosa  y anestésica sensación de enajenación. La felicidad también es triste por eso de tener bien aprendida la lección de lo que se quiere, de  lo que nos hace sonreír y quemar por dentro. 
Parece un post negativo, quizás sea el gris de la mañana que me nuble la vista o precisamente sea él que me deje tan claro que las flores no verán el final de la primavera. No importa. La habrán vivido, la habrán olido y sentido su aire fresco. Y sabrán que vuelven. Quizás cada año,  quizás cada día que salga por las calles, por el campo y cuando distraídos, miremos dentro de nosotros mismos. 



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