03 octubre 2006

La gente es sólo un detalle

Elecciones en Brasil. A estas alturas no puedo entender como todavía me sorprenden los resultados. Un ex presidente acusado, juzgado y condenado por corrupción y un ex gobernador, igualmente acusado, juzgado y condenado por corrupción han sido elegidos Senador y Diputado Federal respectivamente.

Es el país del chiste fácil y de la memoria corta. Porque realmente me niego a pensar que los votantes lo hagan con algo de sentido común o memoria histórica. O es que estamos tan acostumbrados a políticos que se presentan “Robo, pero hago cosas” – como lo de robar no fuera un delito previsto en la constitución, que realmente damos por hecho que todos robarán así que por lo menos votamos a los que asumen?


Por eso ese domingo me presenté a votar con una pancarta donde venía escrito “NO al voto obligatorio” porque estoy convencida de que una democracia que te obliga a ejercer tu derecho no sólo está enferma sino que es la principal responsable de que la gente vote sin ninguna preocupación en saber lo que está haciendo.
Porque es el voto obligatorio que hace con que miles de personas, que durante los años no electorales son más que ninguneadas por el gobierno, se vean obligadas a presentarse ante la justicia electoral a votar (bajo pena de multa y restricción de derechos tan básicos como emisión de DNI, pasaportes, presentarse a oposiciones). Gente que pasa la mayor parte de su vida en condiciones nada humanas pero con el tal de garantizar la perpetuación de un sistema injusto y desigual, son convocadas a cruzar ríos y selvas y a depositar su voto en ese gran invento tecnológico que es la urna electrónica.

En esa bonita democracia también votan los que no saben leer, porque tenemos a un gobierno muy comprometido con el superávit fiscal de 7% y fíjate, no nos sobra para enseñar a nuestra gente. Y tampoco viene mal que aproximadamente 40 millones de brasileños no se enteren de los escándalos de corrupción porque no entienden las letras y porque comer cada día es una preocupación que les toma más tiempo que darse cuenta que comprarles el voto (siempre obligatorio) con un par de zapatos o algun litro de leche, es más que una declaración de malas intenciones, es un crimen y no te deberíamos fiarnos de los criminales.


Y cuando llegué a votar y me han preguntado si podría quitarme el cartelito que llevaba, les dije que no. Y también que no pensaba votar mientras fuera una obligación y no un derecho que pudiera ejercer libremente. Al final me han dicho que no tenía que votar aquí en Madrid y sí en Lorena, con lo cual me toca escribir una carta para explicarles porque no voté (porque la gente del consulado es demasiado impresentable, será razón suficiente?).

Y así nos va. El país del futuro, la Belindia (un poco Bélgica, bastante India) . Cuando la gente me pregunta si quiero volver, pues les digo que no. Que me niego a vivir en lugar donde la desigualdad social sea una política de estado, donde los derechos se conviertan en deberes y donde la gente, como dijo la ex –ministra Zélia Cardoso, sea siempre, sólo un detalle.

1 comentario:

Anónimo dijo...

as pessoas do consulado foram "bordes"?!?!? Normal! Se tivesses largado o cartaz tinham sido mais simpáticos.