02 agosto 2007

Natives of Ferrara apparently had no trouble understanding a relationship that went on for years without even existing



El día 30 de julio el cine ha perdido dos de sus grandes figuras de todo los tiempos: Ingmar Bergman y Michelangelo Antonioni.
De Bergman ya hablaré en algún momento. Curiosamente, la muerte de Antonioni – a quien le puse a caer de un burro en varias ocasiones, me ha conmocionado más. No por su muerte en sí pero por el recuerdo de una película suya, la hermosa Beyond the Clouds.
La vi hace más de 10 años. Cosas de hacerse mayor. Como a toda peli de Antonioni habría que prepararse antes. Ir dispuesta a ver y entender un cine denso y a veces cansino pero que contiene en algunos puntos perlas que te acompañan toda la vida. No estamos hablando de un director de blockbusters sino que de un hombre con gran talento para convertir en imágenes preciosas el amor y el dolor humano.
La película podría resumirse como un director que anda por Europa buscando historias para hacer un largo. Son cuatro cortos independientes que se unen de discreta manera por la mirada del director, todos con una cierta tendencia a un final un poco trágico. Pero de todos los cortos el que me gustó más en su momento fue el primer de ellos, el de un chico y una chica que se enamoran, se pierden y se encuentran tras años sin verse y se dan cuenta que siguen sintiendo lo mismo – un cierto afecto que viene de la nada, un cierto placer de estar juntos, una sensación de familiaridad que siempre está allí. Se buscan mientras caminan por la preciosa Ferrara – en lo que yo veo hoy mismo como una preciosa metáfora de la búsqueda de eso que vulgarmente llamamos “amor de nuestras vidas”.
Empieza con la bonita frase, "Natives of Ferrara apparently had no trouble understanding a relationship that went on for years without even existing".
Y es cierto. Estaban pero no estaban. Se querían, pero podían vivir sin ellos. Y en el corto, así como en nuestras vidas, se viven relaciones largas e intensas que técnicamente no existen. El amor se va, porque el amado se encuentra lejos y vuelve cuando le ves una vez más. Y la pareja tiene el amor perfecto en el escenario perfecto y a posibilidad de empezar “fresh”. Y finalmente cuando están a punto de consumar su sentimiento, cuando ya no hay nada que les impida ser felices y disfrutar, cuando están juntos mirándose a los ojos en una de las escenas más bonitas de no-sexo de todos los tiempos, el chico se levanta y se marcha. No puede seguir. El amor es demasiado y no se atreven con el talvez porque prefieran mantener intacta la idea de perfección y de felicidad que la realidad no es capaz de abrigar.
En su momento me pareció raro que alguien fuera efectivamente capaz de hacer algo así. La muerte de Antonioni me hizo recordar ese bonito cuento que hoy por hoy tiene grandes similitudes con la vida misma. La ilusión conforta a cualquiera y para muchos, es mejor quedarse con ella que vivirla

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